La vida sin la jornada, no es vida,
es un pobre acontecimiento innecesario;
en unos casos, como en las hordas del contrario
de codicias, de ambiciones, de rencores;
envilecida en la difamación y la calumnia
por ejemplo:
para eso viven su propia muerte los majunches.
La vida con las sentencias de la infamia,
Pitiyanqui
es una hipertrofia descortés al sosiego;
virtud y vicio del maleante rico
velamen de vísceras que se retuercen lacónicas,
ante cada gota de llanto que destella tu pueblo;
¡Chávez!!.
Ese pueblo, que vio nacer al Prócer desde el Boconó
de sus riveras castas salió a flor de frondas
para juntarse al remanso del más largo Orinoco,
Prócer que oyó los ecos de Bolívar,
el que juntó los sueños de Miranda y Zamora
y enamoró a su masa con sus obras
y que has tejido tu historia transformadora
¡Chávez!!.
Los que te dieron el eterno adiós en el fuerte Tiuna
prometieron seguir tu trayectoria
¡hermano!!
y testigo serás porque tu eco,
ahora mucho más se escucha en las entrañas,
de la urbe, de la campiña,
desde el imponente altar del Cuartel de la Montaña
cuando arengas a la multitud por la que sigues vivo,
Chávez!!.
La Patria de los Próceres revienta y arde
en reflexión constante,
de que es cierto cuando se van éstos
que son únicos y raros en la tierra,
sacuden nuestra savia y nuestro limo.
Hoy, que todos gimen tu descanso,
¡Rafael!
más agitada es tu agenda por el mundo
ya no te queda tiempo de pensar solamente
en los sosegados tiempos de tu hermosa Barinas,
de esculcar cada prado en Sabaneta
porque hay un Chávez juntando a las Américas,
a las áfricas y a las arabias;
en ese sueño azul de tus candores,
y al ritmo de llaneras en tus solemnes melodías.
Toca el clarín querubín, tocaaaa...
que el Hugo sigue risueño en su sucucho
seguro que se nutre de cotufas,
porque sacrificaba su bienestar por la gran madre Patria
...y vencer, y ganar, y dar batalla,
¡Chávez!
a los muertos que en vida no son más
que trabas y palabras
y no son, ni menos ni más que la misma nada.