Era mi pubertad que te encendía:
ya no estoy, no me busques,
solo soy tu ausencia como estorbo,
como ésta senectud me está arrancando;
segundos, horas, años como centavo a centavo
recoge el menesteroso para alegrarse, sólo,
Como se junta el agua de un torrente en invierno
y arrastra,
y se filtra, no hay manera de detenerlo al tiempo
ya no me supongas viril y lujurioso,
voy para el desencanto, voy para mi mundo oculto
pero antes recuerda que, estoy
de a poco como en el silo arrumado
como las mieses cuando había abundancia,
enmollecido, atascado
y otra vez solo,
se ha atribuido el tiempo siempre arrumando
mis días, mis años, mis segundos;
y se siguen arrumando a la pared del olvido
para aprehender acumulada a la desgracia tuya,
a la soledad que viene acompañada de agonía
de húmeda sensación que me acobarda,
que dan ganas de contorsionarse y morir
para no volver a sentirte ..!Vidaaa!;
ni a ver al tiempo que ya no da tregua
vuelta atrás, diría siendo posible
que se va traqueteando los cimientos
donde se yergue el cuerpo
despotricando la vitalidad donde se eleva el alma.
Viva la muerte… abajo la impúdica senectud,
que sigue más que sola.